miércoles, 27 de julio de 2011

MI HERMANO MURIO EN LA MINA

MI HERMANO MURIO EN LA MINA
ING HERIBERTO ROBLES ROSALES

Ella estaba detrás de la cerca de la mina con sus ropas ajadas y desgarradas,
Disputando con otras gentes el derecho de ver allá a lo lejos la bocamina,
A los ennegrecidos mineros rescatistas que, desolados, solo acertaban a mirar
Al suelo como indicando lo infructuoso de su búsqueda. Las fuerzas la abandonaban
Y ya no quiso esperar más, echándose a correr, una luz había llegado a su cerebro
Haciéndole concebir esperanzas, que su hijo no hubiera ido a laborar, que se hubiera echado la falla, el pueblo estaba solo. Pues toda la gente estaba en la mina, anhelando
La salida de aquellos hombres que estaban atrapados en el interior de la mina.
Ella se dejo caer pesadamente en su cama, llorando con un llanto contenido como si se ahogara, las ahogadas lágrimas se fueron convirtiendo en fuertes y dolorosos lamentos
Como si ya tuviera frente a ella los cuerpos de aquellos mineros que estaban atrapados en los cañones de aquella lóbrega mina.

En el exterior de la mina el tiempo transcurría horrible, después del medio día el frio
Aquel era desgarrante se sentía en aquellos cuerpos cubiertos apenas por aquellas rasgadas cobijas llevadas por no se quien, adormecidas las esperanzas, muertas las ilusiones, la luz del día se veía triste, aquel sol también sentía el dolor de aquellos seres que solo alcanzaban a mirar en lontananza el horizonte.
La mañana se había juntado a la tarde, y esta se había convertido en noche, sin que nadie pareciera percatarse de ello, entre la masa anónima se sentía la tristeza de la desesperanza, el silencio de la muerte, el llanto de la nada, ya no había lagrimas, así la noche avanzo inclemente , el aire silbaba en forma lúgubre sobre la estructura de la bocamina, los cañones del yacimiento seguían tapados, los brazos de los rescatistas caían pesadamente a lo largo de sus cuerpos, y solo interrumpía este silencio los sollozos de los niños y allá a lo lejos se escuchaban martillazos estarían acaso haciendo ataúdes.

Entre aquellos mineros que bajaban al interior de la mina tratando de llegar a donde se suponía que estaban aquellos hermanos atrapados, uno de aquellos rudos hombres empezó a musitar una plegaria que le nacía del fondo del alma.
DIOS SANTO, no somos buenos, no lo hemos sido nunca, pero somos tus hijos, no sabemos distinguir entre lo bueno y lo malo, señor nosotros solo sabemos de trabajo y somos gente de paz. Es cierto que solo nos acordamos de ti cuando te necesitamos y que al hacer nuestras maldades te arrinconamos en el corazón para que no nos veas pero DIOS SANTO somos tus hijos……dime Señor que no se les perdona a los hijos….y tu que eres tan bueno nos vas a ayudar a llegar a donde están nuestros compañeros.
La voz doliente del que oraba se fue perdiendo en la nada, se fue opacando poco a poco hasta perderse por completo dejando en su lugar solo el ruido de sus pasos y de su respiración agitada, y el sonido intermitente de una gota que caía del cielo de la mina, una gota que incesante marcaria el paso de las horas, de los días, de la eternidad por los siglos.

Habían transcurrido cuantos días, nadie sabia desde que fue aquella explosión a pesar de todo aquellas criaturas alimentaban la esperanza de ver salir a sus familiares, cansados sucios hambrientos pero sanos y salvos, sus caras pintadas de negro, sin embargo las ilusiones se iban dejando a la imaginación y solo iban quedando seres encorvados silenciosos lacios como espigas quemadas por el cierzo invernal
Minero soy y a mi mente llegan tantos y tantos recuerdos de tiempos ya idos, tiempos que dejaron su huella imborrable, lagrimas de dolor, ilusiones perdidas, familia que ya se fue, vidas que se apagaron, y aquel triste lamento de mi guitarra y de mi desafinada voz cantando aquella estrofilla MI PADRE MURIO EN LA MINA SIN DOCTOR NI CONFESION, COLOR A SANGRE MINERA TIENE EL ORO DEL PATRON.

Quise escribir esta historia en recuerdo de aquellos hombres, que han sido reclamados por la madre tierra y que han quedado sepultados en las entrañas de la tierra, en especial por el lacerante recuerdote mi hermano PORFIRIO muerto allá por el lejano año de 1976, en una mina del GRUPO MEXICO y quien quedo sepultado por 31 días
En el interior de esa lóbrega mina ahí murió junto con otros 7 mineros.
LA MISMA HISTORIA, LA MISMA VIDA, LA MISMA FARSA, LA MISMA MUERTE.
Escrita en el año de gracia del 2006, año de la tragedia de PASTA DE CONCHOS
Ing. Heriberto Robles Rosales
Publicada en el periódico EL DIARIO DE COAHUILA el día 26 de febrero del 2006-

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